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El Cinturón de Fotones

El Sistema Solar puede que entre, en los primeros años del siglo XXI en una vasta región cósmica de luz, llamada «El Cinturón de Fotones». Al atravesarla, la rotación de la tierra cesará y como consecuencia, se romperán los campos magnéticos, no habrá vientos ni mareas, se cortará la energía totalmente; nuestro planeta quedará quieto durante cinco días, de los cuales tres días serán de sombra y de frío por la ausencia del contacto con el sol. Va a ser una semana de caos, sin intercambios ni servicios; para lo cual la Confederación Galáctica aconseja a la humanidad que almacenen agua, velas, alimentos y que se mantengan unidos para asegurar su supervivencia.

Concluida esta semana, la tierra fuera del centro del anillo comenzará a circular por su segunda mitad durante diecisiete años de luz, hasta llegar a su desembocadura en el año 2014, año en el cual nuestro Sistema Solar ingresará en la quinta dimensión hasta acercarnos a la Constelación de Sirio.

El cinturón está compuesto por infinidad de fotones o partículas de luz y tiene la forma de una gigantesca rosquilla. Había sido descubierto e identificado en 1961, cerca de las Pléyades, gracias a los satélites de la NASA. El fenómeno, sin embargo, fue detectado mucho antes, a principios del siglo XVIII, cuando el astrónomo británico sir Edmund Halley observó que al menos tres estrellas de Las Pléyades no estaban en las mismas posiciones que registraran los griegos en la época clásica. Puesto que la diferencia de localización era considerable, Halley concluyó que Las Pléyades se desplazaban siguiendo un movimiento específico. Un siglo después, sus observaciones fueron confirmadas por el astrónomo alemán Frederick Wilhelm Bessel, quien descubrió que todas las estrellas de Las Pléyades describían un movimiento de unos 5.5 segundos de arco por siglo.

Más recientemente, el investigador Paul Otto Hesse descubrió que, perpendicular al movimiento de las estrellas de Las Pléyades, existía un cinturón de fotones en forma de rosquilla gigante con una extensión de unos 2.000 años-luz (18.846 billones de kilómetros). De ser ciertas las conclusiones de Bessel y Hesse, la Tierra estaría completando un ciclo de entre 24.000 y 26.000 años, dividido en cuatro periodos, en relación con dicho cinturón, lo que cambiará al planeta, al sistema solar y al ser humano para siempre.

Durante este trayecto, nuestro planeta se verá castigado por catástrofes climáticas (maremotos, erupciones volcánicas, terremotos), que pueden activar y hacer que estallen los depósitos nucleares que están dispersos por todo el mundo, provocando una real e irreversible catástrofe.

En la quinta dimensión, la Humanidad adquiriría el concepto de «yo» como identidad grupal. y es aquí donde la conciencia empieza a conocer su verdadera herencia y a despertar a la sabiduría. A medida que una persona se adentra en esta nueva experiencia, entiende que debe compartirla con otros seres que aún se sienten apegados a frecuencias inferiores. Se convierte en un guía que, con su ejemplo, intenta allanar el camino a los que aún siguen dominados por su pequeño «yo» individual

Los canalizadores Virginia Essene y Sheldon Nidle, autores del libro You are Becoming a Galactic Human (Estas convirtiéndote en un humano galáctico). Éstos y otros contactados nos cuentan que el Sistema Solar está a punto de entrar en una vasta región de luz -el cinturón de fotones- en cualquier momento anterior al año 2000. Para Essene y Nidle, este cinturón fotónico actuaría como el vehículo adecuado para reencontrar la conciencia plena, transformando el sistema actual de chakras y el mismo ADN.

La «Confederación Galáctica», por diferentes medios lo ha advertido años antes a las autoridades del gobierno y de la Iglesia, pero estas una vez mas ocultaron algo de vital importancia para la humanidad…

El pasaje a través del cinturón fotónico se divide en tres tramos. En primer lugar, la Tierra pasaría por una «zona nula» durante unos cinco o seis días, de los que tres serian de oscuridad total. Después, el planeta entraría en el área principal del mismo cinturón experimentando un estado de luz diurna permanente (24 horas de luz cada día). En condiciones normales, esta etapa duraría unos 2.000 años y terminaría con su salida por el otro lado del cinturón de fotones donde se encontraría con otra «zona nula» en la que de nuevo permanecería durante cinco o seis días.

Para abandonar el anillo mas rápidamente la «Confederación Galactica», ha dispuesto que la tierra entre en una burbuja interdimensional de rescate que la trasladará fuera del anillo hacia la quinta dimensión. Llegaríamos a este glóbulo de rescate por el año 2012-2013 , un período de diecisiete años que pondrá fin a la luz constante y nos volverá a un ritmo de doce horas de luz y doce horas de oscuridad.

En la «zona nula», el ser humano comprobaría además que ningún dispositivo eléctrico funcionaría, dándose las situaciones más extraordinarias. Por ejemplo, todos los vehículos quedarían inmovilizados, los ascensores y demás maquinaria dejan de funcionar y todos los utensilios cotidianos accionados por electricidad parecerían artefactos muertos. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, a nivel físico se experimentaría un cambio positivo. Al entrar en la «zona nula», los campos eléctricos y magnéticos de la Tierra se colapsarían, provocando un cambio en todos los átomos del planeta, incluso en los del ser humano, que pasaría a tener un nuevo cuerpo semi-etérico y seria liberado del velo que nubla su conciencia. A partir de ese momento, las personas vivirían la realidad de la luz galáctica, comenzando a recuperar algunas capacidades físicas y psíquicas que perdieron al salir del jardín del Edén.

El segundo día empezara la compresión de la atmósfera; esto ocasionaría que la gente se sintiera hinchada debido a las presiones ejercidas desde la «zona nula» sobre el campo gravitacional de la Tierra. La sensación de hinchazón duraría unos dos días. La compresión de la atmósfera haría que toda la materia se hiciera más densa, con la posibilidad de que se produjeran reacciones en cadena o explosiones nucleares de los materiales radiactivos almacenados en la Tierra. Según Essene y Nidle, estos peligros no nos afectarán porque se producirá un aterrizaje de naves extraterrestres con tripulaciones de técnicos que vendrían a ayudarnos en esos momentos críticos.

El siguiente peligro que podría afectarnos sería un frío intenso causado por la ausencia de calor del Sol, que sufriría un cambio de polaridad interdimensional que impediría que su radiación nos alcanzase.

En el tercer día se atisbaría algo de luz, parecida a la de un amanecer. justo en ese momento comenzaría el «efecto fotónico», que aportara una nueva fuente de energía que acabaría con nuestra dependencia de los combustibles fósiles.

Al principio del quinto ida, el clima empezaría a calentarse y aparecería una luz brillante anunciando que el efecto fotónico se encuentra en su momento óptimo. Las máquinas funcionarían de nuevo y los seres humanos, hiperestimulados por los fotones procedentes de la zona central del cinturón, se encontrarían con una nueva estructura corporal, preparados para la próxima fase en la que sus capacidades psíquicas se agudizarían extraordinariamente. Al final de esa cadena de cambios, durante estos cinco o seis días de tránsito por la «zona nula», en la Tierra se habría completado la elevación de la conciencia al haberse desplazado hacia una dimensión superior. Las Pléyades no ejercerían control sobre el planeta, que quedaría bajo la influencia de Sirio, como debió suceder hace unos 25.000 años.

La estancia de la Tierra en el cinturón fotónico implicaría que accederíamos a la Era Dorada vaticinada por numerosas profecías de las más diversas tradiciones. los tiempos que vendrían permitirían que el hombre recuperara su conciencia total. Seria el momento más adecuado para el descubrimiento interior y el empleo de dones psíquicos como la telepatía, la telequinesia o la clarividencia, que harían posible la unión entre todos los seres humanos más allá de las barreras culturales, religiosas, políticas y de toda índole que hoy nos separan. Además, parte de la Humanidad estaría integrada en la llamada Jerarquía Espiritual, capacitada para establecer una intima relación con los co-guardianes del planeta (delfines, ballenas, etcétera).

Al entrar en el cinturón fotónico, nuestro cuerpo físico pasará a ser semi-etérico y poseerá muchas de las características del propio cuerpo etérico. Este cuerpo semi-etérico podría ser modificado por la mente tan fácilmente como se cambia de pensamientos. Pero la transformación más importante seria la producida en el ADN. En condiciones normales, los seres humanos poseen un ADN con sólo dos hélices básicas. Sin embargo, antes de la expulsión del jardín del Edén, el ADN tenía 12 hélices en su estado de conciencia total. Entidades extraterrestres de la Constelación de Sirio, estarían en estos momentos contribuyendo a que el ADN humano recupere las 10 hélices perdidas. Esta transformación haría que la estructura celular del cuerpo volviera a su forma primigenia, interaccionando con el cuerpo espiritual interdimensional o alma. La nueva configuración tendría la forma de una «estrella de David», para permitir la apertura a la conexión con nuestra contrapartida en otras dimensiones. los seres humanos podrían viajar mentalmente a cualquier lugar del Universo.

Además de estos cambios en el ADN, el proceso de la ascensión conllevarla otros dentro del sistema de chakras, que pasaría del actual de siete a uno de doce o trece. los dos últimos chakras corresponderían, respectivamente, a la mujer y al hombre galácticos, y estarían situados sobre la cabeza. Habría otros cuatro chakras: el octavo, el Pozo de los Sueños; el noveno, el Pituitario; el décimo o Pineal y el undécimo, la Corona, recuperando su herencia como ser humano plenamente consciente.

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Publicado por en 13 noviembre, 2010. Archivado en Profecías,Profecías generales. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response or trackback to this entry

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