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Los dogu son unas pequeñas estatuas de arcilla con raras cabezas, ojos como de insecto y torsos marcados por intrincados diseños de puntos y rayas. Se hacían en el Japón entre 7000 y 520 a.C.
Algunas personas piensan que representan a los dioses japoneses de la fertilidad. No obstante, según Vaughn Greene, autor del libro Astronauts of Ancient Japan, estos artefactos de hecho representan a visitantes de otro planeta, vestidos con sus trajes espaciales.
La evidencia más sorprendente, indica Greene, es la semejanza entre las marcas de los dogu y los trajes espaciales de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), llamados «unidad de movilidad extravehículo (EMU)», que usan los astronautas del taxi espacial fuera de la nave.
Greene señala, por ejemplo, que las unidades de pecho para el control del equipo de la EMU se encuentran aproximadamente en el mismo lugar que unos botones circulares en el pecho del dogu, los cuales probablemente servían para manejar los sistemas vitales del traje espacial dogu, afirma, al igual que en la EMU.
Asimismo, las rayas que rodean los botones dogu implemente equivalen a marcadores para graduar la cantidad de agua u oxígeno administrada a la persona dentro del traje espacial. Con base en un abultamiento sobre el diafragma del dogu, Greene desarrolla la teoría de que el traje espacial dogu venia en dos partes separadas, al igual que la EMU.
Un científico de la NASA apunta que una civilización muy avanzada y parecida a la humana probablemente diseñaría trajes espaciales mucho más sofisticados que aquellos que según Greene se encuentran en el dogu. Greene sugiere que si nuestro traje espacial nos pudo llevar a la Luna, también nos llevaría a otro planeta.
Vaughn Greene comenzó a interesarse por las posibles visitas de extraterrestres a nuestro mundo cuando se dio la noticia, el 24 de junio de 1947, del encuentro de un aviador norteamericano llamado Kenneth Arnold con lo que parecía ser una nave espacial (en ese episodio él mismo bautizó platillo volador o volante —flying saucer— a esa nave tan poco convencional).
Greene tenía 17 años solamente. Tiempo después le tocó actuar en la guerra de Corea.
Mientras estaba en Japón, comenzó a estudiar las leyendas Shinto y la mitología antigua de ese país. Para su sorpresa, los antiguos tomos estaban llenos de referencias a batallas de naves aéreas, castillos debajo del agua, armas exóticas, dragones voladores y hasta TV. Pero lo que más lo impresionó fueron unas estatuas prehistóricas llamadas Dogu.
Los Dogus son figuras de cerámica que fueron hechas por un pueblo llamado Jomon, que fueron los primeros en el planeta en hacer objetos de arcilla. Los primeros objetos, toscos, llegan a tener entre 12 y 14 mil años al ser datados por el carbono 14. Pero esta civilización tuvo una larga historia y hace unos 2.500 años comenzaron a crear objetos de cerámica con una terminación muy precisa, algunos con aspecto de haber sido terminados a máquina.
Lo más impresionante entre estos trabajos son las estatuillas Dogu, que parecen representar hombres, u otros seres humanoides, vestidos con trajes espaciales. Los detalles de los trajes de estas figuras, se sorprende Greene, se ven idénticos o al menos muy parecidos a los lentes, remaches, cierres, guantes de goma, controles en el pecho, precintos de seguridad, luces de comunicación y demás artilugios que posee un traje espacial moderno.
Es interesante ver que otras estatuillas de la misma época y cultura, como las que representan mujeres, no siguen el mismo estilo de adorno y de las facciones.