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Siempre, los seres humanos hemos buscado las respuestas a todas nuestras dudas. Éstas han sido la fuente generadora de razonamiento para tratar de abstraer, identificar y entender la realidad. Pese a ello, el conocimiento es poder y el hombre ha limitado su propagación por muchas razones, ya sean políticas, económicas, religiosas o culturales.
Los libros «El código Da Vinci», Los «Illuminati», «Laureano Gómez y los masones», y la película «La leyenda del Tesoro», son algunos ejemplos con los cuales se puede identificar que la masonería otra vez está de moda.
Siempre, los seres humanos hemos buscado las respuestas a todas nuestras dudas. Éstas han sido la fuente generadora de razonamiento para tratar de abstraer, identificar y entender la realidad. Pese a ello, el conocimiento es poder y el hombre ha limitado su propagación por muchas razones, ya sean políticas, económicas, religiosas o culturales.
El ejemplo perfecto se remonta al siglo XIV, que corresponde a la época renacentista, dónde un grupo de arquitectos y albañiles crearon una sociedad para mantener en secreto las técnicas de sus construcciones. Ellos fueron los mentores de la Francmasonería, cuyo nombre etimológicamente proviene del francés franc (libre) y masón (albañil). Sin embargo, existen algunas leyendas que señalan que ya habían masones antes de Cristo, desde la construcción del Templo de Salomón en Jerusalén.
Durante los cuatro siglos siguientes, en la era moderna, la masonería ya no estaba agrupada por gente de oficio, sino por intelectuales. Ya no se hablaba de francmasonería operativa, sino de una especulativa. Esta evolución junto a la aparición del protestantismo y el iluminismo, permitió que la nobleza, consiguiera involucrarse con estas sociedades secretas, que tenían como fin, indagar y buscar una forma de conocer más de lo que la sociedad les permitía.
El fortalecimiento de esta cultura se dio gracias a la fusión de cuatro logias (grupo de masones) londinenses que conformaron la considerada ‘madre’ de los masones en el mundo: La Gran Logia de Inglaterra, creada el 24 de junio de 1717, y que estimuló la propagación de sus ideas por todos los continentes.
Traspasando la barrera de lo que los medios han mostrado de la masonería, es necesario saber que ésta tiene una división que muy pocos conocen. Según el masón Manly Palmer Hall y su libro “Las claves perdidas de la masonería”, se divide en una organización visible y la otra invisible.
La visible es aquella que está conformada por hombres que practican la filantropía y están involucrados con la política. Son cultos, libres y de buenas costumbres, tal como se describen los integrantes de la Gran Logia de Colombia con sede en Bogotá en la publicación Por una renovación masónica de Víctor M. Rojas Aguilar.
Sus principios esencialmente son de ‘Igualdad, libertad y fraternidad o hermandad’. De esta manera, los masones se distinguen entre los miembros de su comunidad como ejemplos del bien, portadores de la verdad y expositores de la belleza, así lo afirma Rojas. Además, agregan un nuevo valor a las leyes de la dialéctica platónica que es el de la libertad.
Con base en el principio masónico de que sus integrantes deben ser hombres de buenas costumbres, el masón Michel Barrat de la Gran Logia de Francia corrobora este fin. Argumentando que los francmasones tienen los derechos humanos por lema, consideran al prójimo no como objeto, sino como sujeto y respetan democráticamente las posiciones que tenga cualquier individuo frente a sus creencias, raza y sexualidad.
A diferencia de la anterior organización, la sociedad invisible por su misma razón de ser, es totalmente misteriosa y sólo pueden pertenecer los masones de grados superiores, que pueden ser figuras públicas con sensibilidades artísticas. Su función consiste en mantener en secreto los conocimientos que pueden cambiar la historia de la humanidad, como el caso del Santo Grial que en el libro de Dan Brown, El Código Da Vinci, es considerado como la Sangre de Cristo, y su respectiva descendencia.
Por su parte, Ricardo De la Cierva, autor del libro “Masonería Invisible”, comprobó la existencia de una masonería oculta, cuando un integrante de la sede francesa, le reveló la existencia de cuatro columnas simbólicas de un templo que representa a una logia. Allí tres son visibles y una última sólo puede ser vista e identificada por ellos.
Por ejemplo, El Priorato de Sión, los Rosacruz, los Templarios y los Illuminati pueden identificarse como sociedades invisibles. Cabe destacar la presencia de los Illuminati en la historia y en la actualidad. Tal es el caso que en el billete de un dólar, aparece una pirámide con 13 escalones y el ojo “omnipresente” que simbolizan los trece grados del rito de los iluminados en Baviera y Weishaupt. En la página web de la orden de los Illuminati aparece el registro del ex presidente norteamericano, Rooselvet, como el mandatario qué ordenó que se registraran estas simbologías masónicas.
Este artículo es tan sólo una introducción del amplio mundo de la masonería, sin duda alguna es importante destacar algunos célebres nombres de personajes que pertenecieron a estas sociedades. Tal es el caso de Amadeus Mozart, George Washington, Víctor Hugo, Simón Bolivar, Sigmund Freud, Walt Disney, Napoleón Bonaparte, Da Vinci, al parecer ‘Cantinflas’, entre otros.