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Nos estamos enfrentando a la primera catástrofe natural que afectará única y exclusivamente al primer mundo, debido a su dependencia de la tecnología.
El impacto en la Tierra de un cinturón de plasma provocado por una tormenta solar de mayor intensidad que las datadas hasta el momento, sería menor en un área rural del tercer mundo, e infinitamente mayor en una área urbana/industrializada.
A finales del 2008 acabamos de salir de un ciclo de actividad solar que dura 11 años. Estos ciclos se miden por los llamados mínimos de manchas solares que aparecen sobre la superficie solar y que pronostican el ascenso de la intensidad de dicha actividad.
Ahora estamos empezando un nuevo ciclo, concretamente el número 24 desde que están datados por los científicos astrónomos. A través de sus estudios sabemos que los mayores picos de actividad solar se dan entre los primeros 2 a 4 años de cada ciclo, cuyo máximo en este caso se dará a finales del 2012, principios del 2013.
Según cálculos de la NASA, a partir de noviembre de 2011 esta actividad podría llegar a ser realmente preocupante, provocando problemas muy serios, porque como sociedad “avanzada” no hemos tenido la experiencia suficiente como para pasar por distintas fases solares y la que estamos viviendo actualmente es muy dura. Esta es la primera vez que una fase de estas características se enfrenta a nuestro actual desarrollo tecnológico.
Recordemos que la primera vez que se descubrieron científicamente estos eventos relacionados con la actividad solar fue en 1859, por el astrónomo Richard Carrington. En aquella época lo único que funcionaba de forma eléctrica, al margen de cuatro bombillas que alumbraban las calles, era la red de telégrafos, que se colapsó en EE.UU. y en el norte de Europa. Pero además se generaron infinidad de cortocircuitos e incendios en las oficinas de telégrafos. Aún desactivándolos de la corriente eléctrica, estos aparatos recogían la carga del ambiente y seguían funcionando hasta sobrecargarse.
Los científicos de la NASA calificaron el «Evento Carrington» como la mayor tormenta solar de los últimos 500 años, y casualmente existen coincidencias con la actividad actual del Sol.
Éste no ha sido el único evento destacado desde entonces y os hacemos un breve recorrido por algunos de los más conocidos:
4 de Agosto 1972, una fulguración solar provocó en Estados Unidos que empresas como AT&T se quedara sin las comunicaciones de larga distancia obligándola a rediseñar su sistema energético para los cables transatlánticos.
13 de Marzo de 1989, otra intensa llamarada genero un apagón de 9 horas de duración afectando a seis millones personas en Canadá. Confirmando la NASA que la caída del suministro eléctrico de la estación Hydro Quebec había sido a consecuencia de la intensidad de la tormenta solar. También en New Jersey varios transformadores se fundieron. Contemos que aún así fue mucho menos inteso que el “Evento Carrington”.
14 de julio del 2000, otra erupción solar de escala X3 dejó inoperativos varios satélites realizándose cortes de comunicación y quedando sin funcionamiento infinidad de radios a lo largo del día de la fiesta popular de “El día de la Bastilla”.
Navidad del 2006, otra tormenta de escala X9 considerada entre las de mayor magnitud dejó fuera de servicio los dispositivos GPS a nivel mundial durante 10 minutos, además de dañar el satélite GOES 13, generador de imágenes.
5 de Marzo 2012, una llamarada de escala X5, se registró a las 05.05h dirigiendose a la Tierra y provocó apagones de radio en Australia, China e India. Según informó el Observatorio del Clima Espacial, esta fulguración surgió de la mancha solar 1429. Actualmente sigue muy activa y en los próximos días/meses se espera que pueda generar más explosiones de igual o mayor magnitud. Seguiremos observándola muy detenidamente, por el momento os dejamos estas recientes e impactantes imágenes:
El Sol observado desde la Astronave SOHO
Para entender la medición de estos niveles de intensidad que alcanzan las llamaradas solares debemos conocer primero la siguiente clasificación:
A, B, C son las más débiles, M y X son las de mayor intensidad. Cada clase es diez veces mayor que la anterior en cuanto a su pico de flujos de rayos X.
Desde 1859 (que es por el momento la tormenta más intensa conocida y que además impacto sobre la Tierra) se han seguido datando numerosos niveles de intensidad, algunos superiores a X20. Algunos ejemplos son los registrados el 16 de agosto de 1989 y el 2 de abril del 2001 o los X28 del 4 de Noviembre de 2003, que, según afirmó la NASA posteriormente, llegaron a alcanzar el inusual grado de X45, aunque estos últimos nunca llegaron a impactar directamente contra la magnetosfera terrestre.
Desvío de impacto tormenta solar
Desvío del impacto de la carga solar por el escudo electromagnético natural de la Tierra.
La corona solar es una corriente de Plasma que encorseta al Sol. Cuando la superficie solar erupciona con intensidad, logra desprender parte de su corona cargada de electrones y protones, generando una corriente magnética. Según la dirección de su eyección, la masa coronal puede impactar sobre la magnetosfera de la Tierra y en el peor de los casos incluso atravesarla.
Hemos ido comprobando a lo largo de este artículo lo vulnerables que son nuestras redes eléctricas y equipos electrónicos a las radiaciones solares después de un evento como el que hemos descrito. La interrupción global de todos los equipos eléctricos y electrónicos acarreará las siguientes consecuencias directas:
No cabe duda de que el campo electromagnético del planeta se está viendo afectado por estos eventos externos y es importante remacar que cada uno de nosotros también dispone de un campo igual de sensible a la radiación y a las cargas magnéticas (electrones/protones).
La prestigiosa Agencia de Información Internacional de Rusia “Ria Novosti” el 29 de Mayo de 2006 afirmó en su artículo – CIENCIA SOLAR que «Las tormentas magnéticas afectan tanto a los humanos como a las Telecumunicaciones».
El Doctor Yves Rocard (Novel de Física), demostró científicamente que el ser humano tiene tanta sensiblidad magnética y electromagnética como el resto de los animales.
También se han encontrado datos científicos sobre los efectos de las tormentas solares en relación a afecciones cardiovasculares, alteraciones emocionales, a un aumento de ingresos en centros psiquiátricos e incluso de cómo interfieren en el propio ADN, según demostró el Dr. William Philpott (Doctor en Medicina – Psiquiatra):
«…campos magnéticos fluctuantes procedentes del espacio exterior (manchas solares, destellos solares,…) sacuden episódicamente la tierra. Cuando los rayos solares chocan con el campo magnético terrestre, producen una elevación en la relación entre energía magnética positiva y negativa. Estos invisibles cambios sutiles en el campo geomagnético afectan al sistema nervioso humano, alterando el campo electromagnético del cuerpo, y las personas desarrollan síntomas.
…llegan a tener una alteración emocional y requieren hospitalización durante estas ocasiones. Además, los investigadores han observado un aumento en los niveles de ataques cardíacos, durante los periodos de alteración geomagnética.
…las fluctuaciones magnéticas invisibles y las pulsaciones de estas alteraciones solares influyen en ciertas especies animales. Por ejemplo, se ha observado que las palomas mensajeras tienen dificultades de navegación durante estas alteraciones geomagnéticas, y que algunos otros animales se muestran inquietos y desasosegados.
¿Parecería tan extraño entonces que el ser humano, un ser magnético, se viera afectado directamente por estas alteraciones en el campo geomagnético de la tierra? …no sólo hemos encontrado un incremento de ingresos psiquiátricos y cambios de comportamiento, sino que las pruebas de laboratorio han demostrado que los campos magnéticos pueden interferir con el ADN celular…»
ALTERCADOS, CAOS EN LA BOLSA: ¿nos vuelven locos las tormentas solares?
Sin centrarnos únicamente en lo catastrofista, nos parece de suma importancia destacar el aporte positivo que supone este fenómeno para la especie humana.
En contraposición, este evento natural origina un punto de inflexión que nos fuerza a reflexionar sobre nuestra convivencia con el entorno más cercano y nuestra relación con el más lejano.
Cuestiona la eficacia y practicidad de los avances tecnológicos, poniendo de manifiesto nuestra avocada dependencia de ellos. Nos hace vislumbrar nuestra necesidad de reinventarnos como sociedad, sin delegar nuestra evolución en la tecnología y sí haciéndola partícipe únicamente como herramienta de apoyo que nos facilite el aprendizaje y el desarrollo.